Esta semana se han celebrado las jornadas de puertas abiertas en nuestro colegio, dos días en los que tanto familias que buscan un centro escolar para sus hijos como otras que ya pertenecen a nuestra comunidad educativa han tenido la oportunidad de conocer la visión y las claves educativas que nos definen y comprobar cómo las ponemos en práctica.
Como en anteriores ediciones esta experiencia ha expuesto, a partir de una variada selección de actividades, la enorme riqueza pedagógica de nuestro colegio. Las familias han visitado clases de distintos ámbitos y asignaturas, siendo testigos de la implicación y el esfuerzo por propiciar un contexto de mejora e innovación orientado a ofrecer a nuestros alumnos una formación académica de calidad y la adquisición de valores indispensables para actuar como agentes transformadores en el mundo y la sociedad en los que viven.

La sobresaliente organización de las puertas abiertas ha propiciado que las personas que han asistido hayan expresado su alto grado de satisfacción con lo que han presenciado durante la visita, un motivo de orgullo para todos los que desarrollamos nuestra labor en el centro. En demasiadas ocasiones, sin embargo, nos movemos a un ritmo tan vertiginoso que caemos en ciertos desánimo y negatividad y no somos conscientes del gran valor que tiene lo generado a diario en nuestros espacios; por ello este tipo de ocasiones nos permite contemplar la vida del colegio desde una perspectiva diferente, cayendo en la cuenta de que son muchísimos los resultados, acciones e iniciativas excelentes a nuestro alrededor.
Es necesario tener esta sensación positiva de forma más habitual y a tal fin podríamos seguir el consejo del pedagogo estadounidense Brian Martin cuando afirma que “la clave está en dónde ponemos el enfoque”; dice, por ejemplo, que si al entrar en clase decidimos estar atentos y alerta ante cualquier comportamiento o actitud negativos en nuestros alumnos, será eso lo que principalmente veremos; si, por el contrario, elegimos centrarnos de manera intencionada en observar las conductas que deseamos potenciar en ellos -amabilidad, compañerismo, colaboración, interés, esfuerzo, motivación o curiosidad- nos daremos cuenta de que se producen con más frecuencia de la que a priori podríamos pensar.
Así que por qué no intentar que cada día se convierta, ante nuestra mirada, en unas puertas abiertas que proyecten lo bueno que ocurre en el colegio y sentirnos estimulados y reforzados ante ello. No se trata de obviar aquello que debe mejorar sino de hacerlo desde una plataforma que tenga presente, reconozca y se precie de lo mucho que funciona adecuadamente; habría de ser fácil y posible lograrlo dado que todos los que formamos parte del centro, desde la Fundación, la Congregación y el equipo directivo al profesorado, religiosas, alumnado, personal de administración y servicios y familias, damos continuas muestras de esa ejemplaridad: tan solo debemos elegir enfocarnos en ellas.
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