Tras casi setenta y un años al frente de la monarquía británica desde el palacio de Buckingham en Londres -el reinado más longevo en la historia del Reino Unido- hace unos días falleció Isabel II a los noventa y seis años de edad, dando paso al primero de sus hijos, quien reinará como Carlos III. Nos deja, sin lugar a dudas, una de las personalidades más relevantes de la segunda mitad del siglo XX y primer cuarto del siglo XXI, que sin embargo no habría llegado a reinar de no ser por una historia de amor que sacudió a la sociedad británica tres años antes del inicio de la II Guerra Mundial.

Isabel nació en el reinado de Jorge V en 1926, siendo la primogénita de su hijo menor, el príncipe Alberto, segundo en la línea sucesoria tras su hermano mayor. En Enero de 1936 murió su abuelo y el príncipe heredero, Eduardo, aún soltero y sin descendencia, fue proclamado rey. No obstante, tan solo once meses después, el nuevo monarca renunció a la corona para poder contraer matrimonio con la mujer a la que amaba, Wallis Simpson, ciudadana norteamericana divorciada en dos ocasiones, circunstancia por la que los cánones y las normas establecidos de la época le impedían ser reina consorte.
La abdicación de Eduardo supuso el ascenso al trono de su hermano Alberto, quien reinaría como Jorge VI y contaría con su hija mayor como princesa heredera. El nuevo reinado se extendió hasta inicios de 1952; fue entonces cuando, a la muerte de su padre, Isabel se convirtió en reina, a dos meses de su veintiséis cumpleaños y tras cinco años de matrimonio con el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca.
Desde entonces Isabel II se entregó ejemplar y apasionadamente a sus funciones, adaptándose a las continuas necesidades y demandas de un mundo en constante transformación, y mostrando siempre amor y cariño extraordinarios a sus súbditos y territorios. Una mujer que atesoró, por su estilo y buen hacer, respeto y admiración dentro y fuera de su propio país, inspirando así mismo a personas de ámbitos diversos, desde la propia política a diferentes disciplinas artísticas: ejemplo de ello es la imagen que ilustra esta entrada, una reproducción de la obra “The Queen” de finales del siglo pasado y perteneciente a la colección del Museo del Colegio.
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