Queridas familias, mañana recibiréis las notas finales que han obtenido vuestros hijos en este curso a punto de finalizar. Os escribo estas líneas con la intención de ofreceros una perspectiva y una valoración que tengáis presentes cuando veáis las calificaciones numéricas; digamos que son “las otras notas” y os contaré para ello una anécdota que se ha repetido en numerosas ocasiones en clase a lo largo del año.

Podéis imaginar que treinta alumnos de 12 y 13 años en un aula han generado un ambiente extremadamente dinámico y movido, con interacciones, diálogos y, más habitualmente de lo deseable, ruido continuos. Sin embargo han existido también momentos en los que permanecían quietos y callados, y el silencio, aunque solo por unos segundos, inundaba el espacio; cada vez que se producía esa situación la delegada del grupo exclamaba “ha pasado un ángel”. Al principio sus compañeros comentaban “siempre igual”, pero a medida que avanzaba el curso no eran pocos los que se adelantaban a ella expresando el mismo mensaje, “ha pasado un ángel”, cuando no se oía nada ni a nadie.


¿Sabéis qué? Una y otros tenían razón en lo de ángel aunque no tanto en el número: en realidad han sido treinta los ángeles que han pasado por 1ºB en este curso escolar. Durante su estancia han cumplido con sus obligaciones y responsabilidades, se han esforzado y trabajado de forma adecuada; han sido muchos los madrugones, demasiadas asignaturas, cada una con altas exigencias, y bastantes las largas jornadas, repletas de clases, tareas, proyectos y exámenes: merecen por todo ello nuestra felicitación. Además, y tan importante como lo anterior, han compartido su vitalidad y su energía; su cariño y su complicidad; sus dudas, miedos e inseguridades; sus maravillosas cualidades y habilidades; su inocencia, sus palabras, sus historias… sus sueños.

A veces olvidamos que son niños todavía y les queda un larguísimo camino por delante; por eso nosotros, los adultos que estamos a su lado, debemos ser pacientes, comprensivos y respetuosos con su proceso de crecimiento, acogiendo con serenidad que no todos madurarán al mismo tiempo ni de forma parecida y que los fallos y equivocaciones son elementos necesarios en cualquier tipo de aprendizaje; deberíamos además actuar con sabiduría para evitar que la incertidumbre por un futuro aún lejano nos lleve a perdernos la magia que cada uno de estos ángeles irradia en esta etapa de su vida. Ahora que llega el verano y hasta cierto punto podemos dejar a un lado las prisas, el estrés y los agobios, démonos y démosles la oportunidad de estar, convivir y disfrutar juntos: será una manera fantástica de conocer mejor la riqueza que poseen. Como tutor de vuestros hijos os deseo unas felices vacaciones.

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