Se celebra hoy, 14 de Julio, el Día Nacional de Francia, uno de nuestros países vecinos. Son dos los acontecimientos que, con tan solo un año de diferencia entre ambos, lo motivan.
El primero de ellos tuvo lugar el 14 de Julio de 1789. Fue el día en que, en pleno levantamiento revolucionario, se produce la Toma de la Bastilla por parte del pueblo de París. La Bastilla era la prisión en la que se encarcelaba a todo aquel que de una forma u otra se atrevía a desafiar el poder autoritario del rey y la nobleza. A pesar de que entonces había pocas personas encerradas allí, su caída dio alas a los bandos populares en su enfrentamiento con el ejército francés, una lucha crudísima que se prolongó durante semanas.

El segundo acontecimiento se produce justo un año después, cuando la situación en París y el resto del país era de calma y tranquilidad, gracias en gran medida a la creación de unas federaciones de guardias que en toda Francia velaban por el orden y la seguridad de las poblaciones y sus ciudadanos. Al aproximarse el primer aniversario de la Toma de la Bastilla, la Asamblea Nacional aprobó conmemorarlo con un homenaje a las logradas reconciliación y unidad; se celebró en París el 14 de Julio de 1790 y recibió el nombre de Fiesta de la Federación, ya que consistió en el desfile de más de 100.000 guardias provenientes de federaciones de las diferentes regiones francesas.
Por todo ello, cuando a finales del siglo XIX el parlamento asumió la tarea de elegir una fecha del calendario como Día Nacional, se decidió que fuese el 14 de Julio en base al enorme significado que tuvo ese día en 1789 y 1790, en un periodo que supuso el fin del Antiguo Régimen y de la monarquía absoluta y la inauguración de una nueva etapa histórica, marcada por las repúblicas y las monarquías parlamentarias como formas de gobierno habituales.
Para finalizar, y enlazando este tema con la cultura inglesa, quiero mencionar que el universal escritor inglés Charles Dickens inmortalizó los entresijos de la Revolución Francesa en su obra “Historia de dos Ciudades”. En ella narra con maestría cómo la revolución se va fraguando en los barrios populares de París y el terror que origina una vez que estalla, con el contrapunto en determinados capítulos de la ciudad de Londres, que vive una época de normalidad institucional. Si tenéis la oportunidad de leer este libro, seguro que os encantará.
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